Tengo una amiga, sí, la considero amiga porque, a pesar de
no conocernos en persona, me ha demostrado su amistad muchísimas veces! Mi
amiga es una bellísima persona, la llamaré H para preservar su anonimato.
Envidio a H porque tiene todo lo que cualquier mujer desearía tener: un estilo
elegante y actual, cuida de todos los detalles, una familia maravillosa con una
niña que es un torbellino de alegría, mima a sus amigos, vive en una buena zona
y dispone de una buena posición económica y social. La vida de H sería perfecta
de no tener una salud muy delicada y si no dejara que comentarios negativos de
terceras personas le afectaran tanto.
Me enfado mucho con ella cuando sé que entra en esa espiral
de negatividad. Lo que en realidad nos afecta no es lo que nos pasa, sino cómo
nos hablamos sobre lo que nos ha ocurrido. Por eso lo que para ella puede ser
una desgracia para otra persona puede ser algo sin importancia. La verdad es
que cuando comprendes esto, te sientes liberada… Liberada porque sabes que el
poder de cambiar la situación, sea cual sea, está dentro de ti. Y eso es lo que
quiero hacerle entender a H y a todas nosotras.
Empezar es sencillo pero no fácil. Lo primero es empezar a hablarte en positivo. Cada vez que te venga a la
mente un pensamiento o frase negativa sobre ti, ponla en positivo. Por ejemplo,
si estás pensando que no puedes conseguir algo, en vez de repetirte eso una y
otra vez, repítete a ti misma: “Si te lo propones, tú puedes”. Esta semana pon
en práctica el poder de hablarte bien a ti misma y en vez de recordarte una y
otra vez lo mal que te ves, repítete a ti misma que esta semana lo vas a
conseguir y que poco a poco, y disfrutando del proceso, te vas a cuidar para
ponerte en forma,¡verás qué diferencia!
El primer reto es probarlo, así
que te reto a probar a hablarte en positivo, como si fueras tu mejor amiga… Es
sólo durante una semana, ¿qué pierdes?
Esa amiga tuya tiene mucha suerte de tenerte...
ResponderEliminarBs.
H